L O S S U P E R V E G A S: 2008

ORGULLO DE LOS VEGAS, ES LA NOTICIA QUE CAE EN NUESTRAS MANOS. NO TIENE DESPERDICIO. OS PIDO QUE LA LEAIS DETENIDAMENTE. PODÉIS LEERLA DIRECTAMENTE PINCHANDO EN EL ENLACE QUE APARECE AQUI ABAJO.
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008092100_35_677484__Gijon-Este-diagnostique-sida-malaria
ESTA ES LA NOTICIA PRIMICIA DE ÚLTIMA HORA:
ACABA DE SALIR PUBLICADA HOY DOMINGO, 21 DE SEPTIEMBRE EN EL PERIODICO DE ASTURIAS, LA NUEVA ESPAÑA.
'PORFA', NO OS LO PERDÁIS. SI alguien no pudiera entrar, que pregunte, que obtendrá respuesta.
SEÑORES, VEGAS, APORTAD NOTICIAS ASÍ. ESTO ES ORGULLO Y CATEGORÍA PARA EL FOTOBLOG.
JOSE VEGA les recomienda que lea la siguiente noticia de La Nueva España:
Apartado: Directo al Corazón (¡qué bonito!).
Y DICE ASÍ: Este año diagnostiqué más sida que malaria
«Estudié mucho y tragué mucho Alsa; siendo médico fui a Cabueñes siete años en bici»
«En África es muy importante conectar con la red de misioneros y apoyarlos»
Soy un apasionado de la medicina. He hecho dos especialidades, traumatología y neurocirugía. Me interesan los problemas del llamado Tercer Mundo y viviéndolos he llegado a pensar que otro mundo es posible. Soy trabajador y en el quirófano aparento tranquilidad; la procesión va por dentro.
Cuca ALONSO
Esta charla surgió de una cuestión de hilo y ovillo. El primer cabo hallado tenía por nombre África Directo y hacía referencia a una ONG de probada eficacia en el aludido continente. Tirando de él alguien habló de un médico, neurocirujano para más señas, representante en Asturias de la mencionada entidad humanitaria. Magnífico, pensé, vayamos en busca de este señor. Llamada telefónica, afabilidad, buena disposición y consecuente cita. Y a ella, a la cita, llegó no un señor, sino un chaval de aspecto inesperado, mas afín con el dueño de una furgoneta de colores, tabla de surf último modelo y arrebatado fin de semana. Así que a partir de ahí servidora se vio obligada a vagar de la sorpresa a la admiración, del asombro al regocijo. ¿Quién se atreve a proferir reniegos sobre el carácter de las nuevas generaciones?
Menor de tres hermanos, Marco Antonio Álvarez Vega nació en Gijón en octubre de 1972.
-Dígame, ¿cómo es el niño que lleva dentro? A los 35 años aún no ha podido olvidarlo del todo...
-Muy normal, no recuerdo haber tenido problemas. Fui al Colegio Héroes de Simancas, hoy denominado Los Campos, y no hice un bachiller que se pueda calificar de brillante, aunque nunca suspendí.
-¿Qué nota le pidieron en selectividad para acceder a Medicina?
-No sabría decirlo, pero yo entré con 7,32, y el número 30. Era el año 1990 y pasamos a Medicina casi 100 alumnos. Al terminar hice la especialidad de Traumatología en el Hospital de Cabueñes, y posteriormente Neurocirugía en el Hospital Central de Oviedo.
-¿Qué le empujó hacia esa carrera?
-Nada en concreto. En mi familia no hay ningún antecedente. Mi padre era albañil. Me veía estudiar y confiaba en mí. Un día de madrugada, me preguntó: «¿En qué año estás?». «En cuarto -le dije-, me faltan dos para terminar», y se fue camino del trabajo, igual que siempre; no hizo otra cosa en su vida más que trabajar. Viajó en avión por primera vez después de jubilarse, a causa de su enfermedad, y al año y medio se murió.
-¿Pudo verlo a usted siendo ya neurocirujano?
-Sí, y claro que se sentía orgulloso. Incluso intervine en su tratamiento, un tumor cerebral, aunque la pena es que falleció pensando que íbamos a curarlo. Si yo hubiera conocido un lugar en el mundo donde le ofrecieran un día más de vida, lo habría llevado allí, pero no tuve ni una duda de que en Oviedo estaba lo mejor de esta especialidad. Mis padres jamás salieron a cenar, todo esfuerzo estuvo destinado a nosotros. Yo supe, desde muy pequeño, que deseaba ser médico. Recuerdo que un día en el colegio dijeron: «Si a alguno de vosotros le gusta la medicina que venga a diseccionar esta naranja»; yo no me atreví a acercarme, pero estaba seguro de mi deseo. He estudiado mucho y tragado mucho Alsa. Siendo médico ya, durante siete años fui a Cabueñes en bicicleta.
-¿Es usted enemigo de los automóviles?
-No, pero en el terreno material no soy ambicioso; cualquier día me compraré un coche.
-¿Su especialidad, Neurocirugía, no es, en mayor parte, de casos perdidos?
-No, pero sí de casos muy duros y difíciles; así como he olvidado buena parte de los que viví en Traumatología, los referentes a Neurocirugía los recuerdo todos.
-¿Cómo inició su otra carrera, la humanitaria?
-Siendo estudiante participé en ciertas reuniones en El Natahoyo y al hacerme objetor de conciencia tuve que prestar servicios en la Residencia Santa María de los Ángeles, en Deva, y allí conocí a un sacerdote, Jesús María Menéndez, que formaba parte de una ONG. De este modo, un verano, siendo ya traumatólogo, en vacaciones viajé con los salesianos a Paraguay, a la selva del Chaco. Fue una experiencia inolvidable, allí pasé uno de los mejores meses de mi vida ejerciendo de médico general.
-¿Es usted creyente?
-Sí, pero yo no fui a Sudamérica por motivos de fe; la fe pude verla allí, en la gente, sobre todo en los misioneros, es algo sobrecogedor advertir cómo trabajan, cómo sufren, cómo están dispuestos a afrontar lo que les echen sin tener una fecha de retorno. Yo no podría hacer lo que ellos hacen.
-Pero le quedó una necesidad imperiosa de seguir...
-Sí, y de conocer África, de manera que en cuanto pude, en otras vacaciones, dos años después, viajé a Mozambique. Fue tan trascendental para mí que he vuelto cada verano con una ONG que se llama Aventura Solidaria, aunque mi trabajo de hacer socios y recaudar fondos lo realizo con África Directo.
-¿De qué medios se valen para reunir dinero?
-Entre otras cosas, hemos organizado tres campeonatos de golf en el Club de Castiello y una cena en el palacio de Luces, en Lastres; la gente responde muy bien. Y vendemos cosas, pedimos subvenciones... Este mes de julio me acerqué a Malawi para observar qué camino sigue el dinero, y es tan transparente y efectivo que vine con ganas de recaudar más. La pobreza allí, tanto en Mozambique como en Malawi, es inmensa, desde nuestro mundo no podemos imaginarla. No tienen nada, y si no fuera por las ayudas de las ONG temo que no podrían sobrevivir. La media de vida es de 37 años, y hay personas que nacen y mueren sin existir, o sea, sin haber constado en censo alguno.
-¿El hambre, principal azote?
-No hay hambruna, pero sufren desnutrición; sólo comen una vez al día y su alimento es incompleto. El mar, por ejemplo, ofrece mucha pesca, pero a los nativos no llega. La natalidad es muy alta y la mortalidad infantil inmensa.
-¿Ve usted un camino de solución para África?
-Creo que no lo hay, al menos en el África que yo he visto. Carecen de infraestructuras, de agua, de herramientas, de todo. Uno de los proyectos del Gobierno de Mozambique es dar un arado y dos bueyes a unos pocos campesinos de la capital. Por otra parte, el sida está eliminando una generación, de tan extendido. Este año yo he diagnosticado más sida que malaria. EE UU y Europa envían medicinas, pero si no tienen ni una moneda para pagar el autobús e ir a buscarlas... Un día vino un niño con una fractura de fémur; «hay que llevarlo la hospital», dijimos... Su padre se quedó mirándonos y le dimos dinero para el viaje en un autobús que van hacinados.
-¿Qué se concluye de una experiencia así?
-Ayuda a valorar lo importante y a desprenderse de lo superfluo, que es casi todo lo que nos rodea. Para aquella gente lo primero es la salud y después la manutención. El panorama de África es de mujeres yendo a buscar agua y leña; cuando se sale un poco de la capital es lo que se ve.
-Así que la educación apenas tiene oportunidad...
-Mozambique presume de tener un buen plan de enseñanza, pero es falso; los profesores no están formados. Tampoco hay talleres ni profesionales primarios, como un fontanero o un electricista. Tendrían opciones turísticas, ya que el país es precioso, pero con un régimen político tan inestable, incapaz de ofrecer facilidades para nada, es imposible. Y la corrupción campea a sus anchas por toda África. El sistema sanitario es sólo básico, de ahí que no haya ancianos.
-Total, que la descolonización los llevó al desastre...
-Tal como se produjo, sí. Se pasó de un extremo al otro. Lo estamos viendo en Zimbabwe, donde echaron a todos los blancos y los abusos del dictador Robert Mugabe llevará al país a un nuevo desastre.
-¿África Directo opera en más sitios que Mozambique y Malawi?
-Sí, es una ONG muy solvente y extendida, siempre en África; sus proyectos se dirigen a lo primordial: la sanidad, el agua y la ayuda a las familias. Pero es muy importante conectar con la red de los misioneros, porque son siempre ellos los que realizan las labores y es preciso apoyarlos. África Directo o cualquier otra ONG podría desaparecer, pero los misioneros no; ellos seguirán ahí eternamente, por suerte.
-Mejor suerte sería que no hicieran falta...
-Pero eso es imposible. Lo más impresionante es que en esas condiciones de vida aún se puede ser feliz en África. Con estar sano y no tener hambre les basta.
-¿Qué diría usted a los lectores?
-Que aquéllos que deseen arrimar el hombro confíen en las ONG, y en los misioneros. Sobre todo en los misioneros; hay que verlo para creerlo, me refiero a su sacrificio. Y que piensen que otro mundo es posible, aquí y allí. Hay muchas personas sensibles y por tanto no debemos perder la esperanza, aunque la recuperación de África no vamos a verla nosotros.
-¿Es asturiano el origen de África Directo?
-En cierto modo, ya que la fundó José María Márquez, un madrileño que veranea aquí, en La Isla. Yo soy el delegado en Asturias, aunque me empleo con Aventura Solidaria en un solo país, Mozambique, donde hemos instalado una maternidad, un centro de salud y un centro nutricional que funcionan muy bien. Me he comprometido a ir todos los años. MaRCO ANTONIO ÁLVAREZ VEGA Médico, miembro de África Directo

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